miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿ES ACASO EL SILENCIO PERFORMATIVO?

cierra tus dientes cristalcortantes
jaula tu lengua
no tragues mas
has perdido la cordura, amigo, ya es hora
corta la cuerda
súbete al viento
endura tu corazón


Rosario Ferré, Has perdido, me dicen, la cordura

He tratado de sortear, tal vez desde pequeño, qué es lo que nos daña más, si las palabras o el silencio, al fin y al cabo las palabras no hacen a las cosas, si no a la ausencia de éstas -dirá Pizarnik-, entonces ¿Qué podemos esperar de los silencios?

Y es que los hay tremendamente estremecedores, tal vez constan de que esperamos algo bueno de ellos, o simplemente que quien está guardando silencio nos importa, y por ello logra turbarnos.

Por su parte las palabras hacen lo suyo, remitirnos a, nombrar, interponer, clasificar, crear -aunque sea a la ausencia-, inclusive interrumpir. Imposible sino, esperamos demasiado de ellas, que afirmen lo que quisieramos escuchar, o algo medianamente cercano a ello. Claro está que el lenguaje es performativo (y a quien no le guste nomás que no lea este blog, que para eso está hecho), pero, ¿Podemos esperar lo mismo del silencio?, ¿Podremos hacer de él una práctica performativa y al mismo tiempo desestabilizadora?

Si el silencio nos incomoda, y quien lo sabe lo hace a drede, si nos estremece y nos lo hace con ese objetivo, entonces al igual que las palabras éste tomará la forma de lo que se nos asemeje.

Hace poco admití a un desconocido a mis contactos del messenger, al preguntarle ¿Quién eres? me respondió:

-Soy tu peor pesadilla

A lo que irasciblemente contesté:

-Yo no tengo pesadillas, tengo sueños sadomasoquistas...

...Jamás volvió a conectarse.

Atte.

Performativo Decadente