martes, 12 de mayo de 2009

SE BUSCAN SACERDOTISAS: Próxima fundación de la Iglesia Albertista y l@s Adorador@s de los Santos Prepucios




Queridas hermanas:

Si no tienen idea de lo que les hablo creo que es hora que abran el clóset o la concha en la que han estado sumidas durante tanto tiempo. Es hora del cambio, es hora de conocernos, entregarnos y aceptarnos tal cual somos: PASIVAS. Y es que esto de ser pasiva es algo más que ponerte en cuatro/ morder almohadas/comer arroz con popote o una postura a elegir durante la faena del sexo, ser PASIVAS es un modo de vida en el cual nos desdoblamos para “retorcer” el entorno, para encontrarnos a nosotras mismas tal cual somos, sumidas en una bipolaridad de mariconerías. Y sí, por éstas –las mariconerías- es que les hablo en femenino, porque a nosotras no nos daña el hecho de ser consideradas “mujercitas”, ya que finalmente este término no es más que una categoría política que por siglos han intentado costurar a las vulvas, y que al igual que nosotras, hemos sido excluidas del esquema de poder. Sin embargo, en la medida en que vayamos empoderándonos tal como nos montamos en el macho en cuestión, este esquema paulatinamente –sino es que de manera vertiginosa- cambiará.

Nos han enseñado, o por lo menos han procurado hacernos sentir mal por ser simples “receptoras” del pene que se nos restriega, han denostado el esfuerzo por comunicar nuestro placer por medio de gemidos y/o alaridos, según sean los decibeles de nuestra garganta. Lo siento, es que esta noche no pienso quedarme callada, pienso gemir, explotar encima de mi hombre, despertar a la vecina, que se entere la familia religiosa del frente, que llamen a las patrullas si es que quieren, pero esta “loca” hoy quiere fundirse en un grito estentóreo de dolor-placer. Porque eso sí, sí a tu chico le molestan tus grititos, que se vaya a alguna avenida a conseguirse un mayate que esos si saben de encriptamientos, tanto que necesitan cobrar para poder afrontar su deseo reprimido hacia otra persona de su mismo “sexo”.

No pretendo crear una mística de la mariconería, sino lograr un entendimiento más allá de la clonación de estereotipos que surgen en nuestro entorno, es decir, aprender a gozarnos tal cual somos: de cuerpo amplio –que donde se ponga la mano se llene-; barbudas –si es que lo de la depilación no se nos da-; no mariconas sino mariconsísimas –si es que esa sensiblería multicolor nos permite expresarnos-; o medio “camioneras” –si es que aun no aceptamos que el futbol lo vemos por el toqueteo entre machos que consiente esa homodidáctica patente de la masculinidad -; o de la manera que se nos antoje, pero lo importante es SER capaz de afrontar la realidad heteronormada que día a día se esfuerza por connotarnos más como grupo vulnerable que vulnerado.

Este discurso de pseudoempoderamiento lleva por objetivo reclutarlas, sí, pero a diferencia de los fascismos y las dictaduras, este reclutamiento sería de manera voluntaria al relacionarnos con el goce del escarnio, ese que nos forjó como la “loquita” de la cuadra, como el solterón que la familia extensa ve o como el amante secreto de la heterosexuala con argolla de matrimonio en dedo. Este reclutamiento llevará por objetivo la “perversión” de nuestro entorno por el medio que nos sea más satisfactorio, ya sea logrando cada día más caras de asombro o más miradas reprobatorias, porque la tolerancia se acabó, habremos de poner a funcionar una patada en la cara, estamos cansadas del recato y la sensatez. Ya estuvo bueno de reprimir lo que sentimos, es tiempo de informarle a la gente que nuestra homosexualidad no es un problema, ni una enfermedad, pero que su homofobia sí es un delito. Basta de la sumisión a un estilo de vida vertical, la ofensiva comenzó, cerremos filas, avancemos juntas, que si el padre Alberto Cutié es capaz de oponerse al celibato de la Iglesia habremos de converger nosotras también para conformarnos como: L@s Adorador@s de los Santos Prepucios –por que la circuncisión es un acto violento y burgués-.

Finalmente, las insto a argumentar nuestro propio decálogo queer de anti-valores, total, que a nadie dañamos por amar al prójimo.

Atte.
Performativa Decadente