miércoles, 20 de agosto de 2008

SARGÁSTICO Y VIRULENTO

“Pero bien sabía que el abandono mágico sólo daba
resultado positivo cuando era real, no un truco cómodo de conseguir algo.
La realidad exigía mucho de ella.”
Clarice Lispector, Silencio.

...y me acosté a dormir engañándome con la certeza de que hoy sí, hoy por fin hablarías, había aplacado mis ganas de llamarte inventándome un respeto hacia mí. Y me quedé dormido, esperando...

Soy igual al lugar en dónde estoy, puerto de sal, sargazo en los pies, arena pegajosa y grisácea, con una consistencia viscosa, dicen que es Caribe pero yo lo dudo, no comparte esa belleza paradisíaca. Mar lleno de promesas, de entradas internacionales -¡¡por poco y somos capital del Estado!!- cuentan los pobladores con efusividad, por poco, como yo, por poco y me asemejo a lo que he soñado ser. Trato de discernir entre lo que me conviene y lo que me convence, y ahí entras tú con tu mirada fulminante, cargas en ella tantas historias sin vivir aún, hasta parece sincera, por ratos le creo todo, por ella lo hago todo. Y eso que hoy me desperté con la firme decisión de olvidarte.
Recorro el malecón, me derramo en él como las olas que todo lo abarcan, no hay un tramo sin recuerdo, no en todos te encuentras tu, eso me salva de creerme obsesivo y me justifica como "engañado". Hablo a solas -ahora aparte puta me dirán loca- pero es que hay tantas cosas que no te he dicho y que se me atoran en la garganta, como los finales de los "clientes": hasta el fondo Monique, hasta la garganta -gimotean-. Claro! -¿Podría ser de otra manera?-.
Y es que te anclaste de imprevisto -es un tempanito- te decían de mí, y yo no te necesitaba lo que pasa es que bajé la guardia, cuando me di cuenta ya te habías adecuado a un costado de mí. Ancorado estás amado, ancorado.
Tus palabras se mecen en mi interior, como la marea, así, quedito, suavecito, se volvieron calma y profundidad en mis días, es que no las esperaba de ti. Derecha-izquierda-adelante-atrás-atrás-izquierda-adelante-derecha, como las lanchas mecidas por la marea hasta el nuevo día, olvidadas por los pescadores pasan la noche en vela esperando ser abordadas al filo de la madrugada, así era mi cotidianeidad contigo. Parecía inmóvil, por lo mismo eterna. En mi interior también cargo redes, desgastadas, rotas, suturadas, enredado en ellas te creí, y es que era tan fácil sentirme seguro de ti.
Llegaste, te me plantaste enfrente, balbuceaste un -Te quiero Moni, de verdad!!- y eso fue suficiente para empezar a creerte, en ese preciso momento tus ojos se volvieron mi brújula, sinsentidonidirección. Abordaste la nave y la perdiste en el olvido. Cómo el único pasajero abordo mi deber era procurarte, apresurarme a procurarte, hacerte sentir cómodo, sentir la distensión en tus hombros, poco a poco relajar tu pecho, flexionar mi espalda hasta rozar tu sexo con mi cara, bogar con el, regalarte un pedaciiiiiiiiiiiito de eternidad.
A sorbitos supe de ti, y lo poco que sabía de ti conformó las actas de navegación. Pero cuando te dabas vuelta parecía que nunca regresarías, no titubeabas, eso me dejaba pensando ¿cómo alguién que dice querer da la espalda sin miramientos? Y te perdías en la distancia tan apresuradamente ¿qué es lo que tenías que hacer con tanta premura? ¿por qué yo no podía acompañarte?
Como todo lo traído por el mar tu piel como la mía era salada, pedazos de conchas incrustados en los ligamentos, entre los codos, las rodillas, detrás de las orejas; en tu sexo y el reducido espacio de tus axilas brotaban pequeñas esponjas que ensalivaba todos los días; como cardúmenes de peces fluías sobre mí, todo yo vibraba, toda yo sentía. Constantemente nos curamos la soledad.
Arponero era tu vocación, nomás no te atrevías a aceptarlo, esa aparente sensibilidad sólo era otro artificio para llamar la atención, para obtener mimos y gimoteos a quienes luego serían tus presas. Hasta tú mismo temías a tu indiferencia, te resignabas a esperar, a pensar que algún día te volverías ese monstruo que siempre moró en tu interior.
Lo que no te perdono es que me hayas convertido en tu madre, tan pueril me tenías revoloteándote alrededor. Yo sabía de tus otros olores, esos que no te pertenecen, obviabas tu cansancio al llegar, yo no te pedía exclusividad, yo sé de se componen relaciones como la nuestra, más que amor de gratitud.
No era necesario que despertaras mi ansiedad, de todas maneras te hubiera querido igual, finalmente tu lo ocasionaste todo, jugaste con olas más grandes de las que podías evadir. Si tu cuerpo ahora yace en la orilla, embadurnado de sargazo y arena, hinchado y a punto de explotar, es por que ya no necesitas vida. Si la lengua te falta es para ya no profanar mas sentimientos. Si tus párpados cerrados y hundidos indican una ausencia de algo...es por que yo...sin tus ojos...no tendría guía en esta vida a lamentar...

...Performativo Decadente

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que onda?
Oye caón, esta muy padre. Pensar que la descripción puede hacerte llegar a tal grado y decir... QUIIERO QUIERO... y pues.... nunca había entrado a tu blog.
chidas publicaciones.