domingo, 8 de junio de 2008

SEX AND THE CITY. Lo camp, el androcentrismo y la "comedia heterosexual"

"Sólo una forma de saber si cada minuto vale igual"
Julieta Venegas, Instantánea.


El domingo raudo y veloz me enfundé en lo primero que vi en el armario y corrí hasta mi sala de cine mas cercana sin importarme si los trapos eran adecuados para tal evento, acto seguido vivir de nuevo con Carrie Bradshaw la inmersión en el sistema de género binario, aaaah, se siente tan bien, hasta ganas de casarse y tener hijos le dan a uno!. Bueno, en definitiva la estética camp se hace notar a lo largo de toda la película -por camp entenderemos la definición de Susan Sontag de: "Camp es una mujer que se pasea con un vestido hecho de tres millones de plumas"-. Por que bueeeeeno, si el vestido de novia de Carrie con un pájaro azul en la cabeza no es camp, yo dejo de ser un terrorista del género.
El despliegue de dispositivos que auguran un éxito de película radican no solamente en el éxito de la serie, ni en los estereotipos de mujeres fascinadas con su práctica hetero -por que el sexo es lo máximo si tienes al hombre adecuado!!, cosa en la que estoy de acuerdo, ja!-, sino en el hecho de connotar a la heterosexualidad como una comedia. Si claro, en sí la serie y la película son una comedia, pero la heterosexualidad también, cuando nos la muestran como esa serie de actos tan repetidos como mecánicos, esa identificación casi fantasmática entre las cuatro amigas, esa sensación de ser tan chiquita en los brazos de nuestro propio Sr. Big. imaginario y también cuando uno es capaz de identificarse con cada uno de los personajes sin importar su sexo, justo ahí, es cuando SEX AND THE CITY comienza a subvertir la norma, el vodevil hetero sale a flote -y como diría La Mala Rodríguez "solo dos cosas flotan en el mar, la mierda y los barcos"-.

La serie me tenía pasmado, pegado a mi sillón con mi bote de palomitas imaginándome en los tacones de la Carrie, como la Samantha luciendo un collar de perlas o en la incesante búsqueda de un cabrón "no-tan-pendejo" como Miranda, Charlotte queda fuera -te pertenece Joaca-. Sin embargo, me topo con una película en la cual, la heterosexualidad no solamente sigue siendo una comedia si no que, además vuelve a los personajes androcentristas, una Charlotte que se niega a comer en México, "por que es México", cosa que aunque no lo crean es tan recurrente!, he conocido extranjeras que se niegan a comer si no es en un lugar lejano al centro, como si tuvieramos tantos proveedores en la ciudad, jaja.



Tenemos a una Carrie que se niega a contratar a un chico de Harvard por la sencilla razón de usar tacones y, finalmente el personaje de relleno de Jennifer Hudson -la super voz de Dreamgirls, por que gay que no haya querido bailar y cantar con esa peli no se respeta!-; este personaje nos lo muestran como una forma de vida inferior, regresamos a la cuestión androcentrista, una wannabe cualquiera que, finalmente, retorna al cautiverio del cual soñó salir. Nos han desmadrado a Carrie Bradshaw, sin embargo, es de rescatarse la escena dónde le proponen matrimonio poniéndole sus Manolo Bhlanik, yo espero que a mi me propongan una sociedad de convivencia con unos conversse!!.

Atte.
Performativo Decadente

1 comentario:

Anónimo dijo...

Performativa Decadente, me encanta tu blog y qué bien que hables de esta película. Me quedo con la escena de la ducha al aire libre con ese cuerazo del Gilles Marini... ¡Qué aparición de hombre! Y pobre Samantha Jones que no estuvo a la altura por su supuesta fidelidad. ¿Y quién se cree eso? ¡Hollywood! ¡Enhorabuena!